Hatillo
de lecturas de estío
Llega el tiempo libro, el
tiempo en el que los relojes marcan días de asuetos, noches largas, días
luminosos hasta el extremo, días en los que el tiempo, dilatado, se derrite.
Como un ramillete de títulos necesarios, extiendo este cheque literario al
portador.
* La mujer de pie, de Chantal Maillard (Galaxia Gutenberg). Un libro
hipnótico, cargado de ácido lisérgico para las almas abandonadas de prejuicios.
Un texto del que resulta imposible salir indemne. Lírico, contundente,
asombroso, extraordinario, que nos lleva de la mano al corazón mismo de la
mirada poética.
* Fuera de sitio, de Antonio Lucas (Visor). La poesía reunida de este
madrileño nos regala un sinfín de imágenes imantadas, de metáforas en las que
solo cabe celebrar lo posible de la vida, y un discurso sólido en el que, a
pesar de todo, reivindica la exigencia de un estar vivo.
* Materia oscura, Ángel Zapata (Páginas de espuma). No hay nada mejor
en estos tiempos de excesiva legislación para los comportamientos que la
hendidura a lo real del desconcierto. Este conjunto de cuentos (uno renace
especialmente después de leer el primero de ellos, ‘Cosmogonía’) permiten mirar
al modo cortazariano, mirar sin comprender del todo para incorporar el estupor
como causa y método poético. Rebelión, subversión y humor racheado.
* Cultura en tensión. Seis propuesta para reapropiarnos de la cultura,
varios autores (Rayo verde). Sugerentes invitaciones para hacer de nuestro
barrio un espacio común que sintamos nuestro, un espacio vivo en constante
transformación, más allá de un lugar que nos acoge a pesar a nuestro; una
proposición para extender el concepto de música por encima de recinto cerrados,
y para engrasar el pensamiento traspasando las consignas y los dictámenes.
Mucho más, este librito en síntesis que abre griega para que entre luz.
* El cuento de nunca acabar, Carmen Martín Gaite (Siruela). Cualquier
momento es bueno para zambullirnos en la prosa exquisita, sin ruido, de la
salmantina. En este extraño texto, nos propone reflexionar sobre la mentira, la
narración y el amor, y nos habla de la importancia de contarnos bien el
discurso, de no mentirnos, de pespuntar lo que cada cual vive del modo más
honesto para que podamos, con el tiempo, transitar por ello sin que duela.
* El reino, de Carrere (Anagrama). Con esa
mezcla casi imposible de verosimilitud, autobiografía (o autoficción), el juego
a la no-ficción cuando sí se da, la mezcla de los textos sagrado (siempre tan
sugerentes y suculentos) y la metaliteratura en vena, Carrere construye una
historia adictiva con esa prosa suya tan sádica para consigo misma.
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