Carlos Pardo, escritor
“El
feminismo de Ocampo, tan intuitivo como vivido, no tiene nada de añejo”
De
Victoria Ocampo (Buenos Aires, 1890-Beccar, 1979) sabemos que fundó una de las
revistas poéticas angulares del XX, ‘Sur’, que fue la única latinoamericana
presente en una de las sesiones de los Juicios de Núremberg, que militó
activamente en la oposición al peronismo, lo que le valió un arresto de 26 días,
que recibió diversas distinciones así como doctorados honoris causa por varias
universidades y la Orden del Imperio Británico concedida por la reina Isabel
II. En 1977, se convirtió en la primera mujer en ser elegida miembro de la
Academia Argentina de Letras. Fue una entusiasta agitadora de las vanguardias y
mecenas incansable de nuevos talentos. Lo que no sabíamos era que esta misma
mujer gozaba de una escritura inteligente, cuajada, impúdica. El escritor
Carlos Pardo reivindica su literatura en "Darse. Autobiografía y
testimonios", un volumen editado en la Colección Obra Fundamental de la
Fundación Banco Santander.
¿Qué distingue a Victoria Ocampo, en
cuanto a estilo, del resto de sus contemporáneas?
Es
bastante atípica en muchos sentidos. Las cualidades de su vida supo llevarlas a
su literatura. ¿Y cuáles son éstas? Impudor, arrojo, inteligencia, humildad,
pasión, soltura y un apetito desbordado por el arte.
¿Cómo es posible que haya pasado
inadvertida la faceta de escritora de Victoria?
Ha
sido muy conocida su labor como mecenas de la vanguardia del XX, así como la
creación de su revista, la mítica ‘Sur’, pero su escritura autobiográfica ha
tenido que pasar por varias dificultades: la primera, ser publicada
póstumamente, lo que por otra parte le añade sinceridad. La segunda, ser mujer
y escribir de sí misma sin pudor; el pudor es enemigo de la mujer y de la
literatura, dice ella misma. Y la tercera, quizá, el prejuicio histórico con la
literatura memorialística, que sólo recientemente empieza a valorarse como gran
literatura.
Algo similiar le ocurrió a su hermana
Silvina, y a tantas otras (Ernestina de Charpourcín, María Teresa León, Concha
Méndez…) que, al lado de hombres con proyección, quedaron eclipsadas. ¿Qué
parte de ‘culpa’ en su olvido tuvieron ellos, las reivindicaron lo suficiente?
Bueno,
el mundo literario ha sido y es aún machista, aunque los machismos se hayan
refinado. No hay más que ver cuántas mujeres han ganado el premio Nacional de
Novela en más de ochenta años: ¿cuatro? ¿Cinco?
Pues
ahora imagina a una escritora de comienzos del XX que escribe textos
autobiográficos, cuentos o poemas. Dirían: escribe sobre sus “cositas”, o
escribe sus “cuentecitos” o sus “poemitas”. La culpa (la responsabilidad) es
total, me temo, aunque es mejor juzgar al presente, que puede cambiarse.
De todos los intelectuales que conoció,
¿cuál le marco de un modo más profundo?
Pues
cada uno a su manera: Keyserling la hizo rabiar (y gracias a ello escribió su autobiografía),
Virginia Woolf le dio el apoyo para una escritura impúdica. Pero también Drieu
La Rochelle, amante en las antípodas de su ideología, y Rabindranath Tagore, y
Ansermet, e incluso Proust y DH Lawrence, a los que no conoció personalmente,
sino a través de su obra. Pero vida y obra, en el caso de Victoria, están muy
comunicadas.
Hay quien pone en duda –quizás por alguno
de los prejuicios que usted desmantela en el prólogo- que Victoria Ocampo fuese
una feminista…
No hay
más que leer sus textos sobre la mujer, por ejemplo ‘La mujer y su expresión’,
incluido en el libro, para comprender que el feminismo de Ocampo, tan intuitivo
como vivido, no tiene nada de añejo. Estaba en el centro de sus preocupaciones,
si bien siempre en contra de los clichés y los esencialismos. Por otra parte,
el feminismo tiene ya una historia tan rica y proteica que es imposible
simplificar una sola manera de ser feminista.
¿Qué es lo que más le ha impresionado
descubrir de esta edición?
A la
escritora. A la inteligente escritora de textos autobiográficos que sabe
teorizar y defender un género que sólo recientemente se ha valorado como
debiera. También a la escritora de intimidades: su historia de amor con J. Su
estudio de los celos...
¿Cuál ha sido la pauta para escoger estos
textos y no otros?
Ordenar
el “ardiente desorden” en el que quiso que quedara su obra. Construir una
especie de novela de su vida escrita por ella misma. Narrarla de cuerpo entero.
Destacar a la gran escritora.
¿Por qué ‘Darse’?
Porque,
en contra del tópico que quiso ver en ella a una arrogante niña rica (machismo,
de nuevo), Ocampo fue una mecenas que participaba de cada movimiento de
vanguardia. Fue una compañera de viaje de la vanguardia. Con una cualidad rara
y sospechosa: su generosidad. Su generosidad económica, claro, pero también la
capacidad de empatizar con los otros, de comprender puntos de vista.
¿Es más fascinante la personalidad que la
obra que Victoria Ocampo?
No. Yo
creo que su escritura crea la personalidad. Me atrevo a decir que nunca
conoceremos a Victoria Ocampo, porque... ejem... está muerta. En cambio uno sí
puede conocer a la autora, esa persona que sale del texto cada vez que uno lee.
Y la autora es parte de la obra. Y en ese sentido, la autora de estas
autobiografías es grande. No exagero si digo que creo que son una de las obras
maestras de la literatura memorialística en español: lo creo sin ninguna duda.
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