miércoles, 28 de septiembre de 2016

ENTREVISTA A CARLOS PARDO



Carlos Pardo, escritor


“El feminismo de Ocampo, tan intuitivo como vivido, no tiene nada de añejo”


De Victoria Ocampo (Buenos Aires, 1890-Beccar, 1979) sabemos que fundó una de las revistas poéticas angulares del XX, ‘Sur’, que fue la única latinoamericana presente en una de las sesiones de los Juicios de Núremberg, que militó activamente en la oposición al peronismo, lo que le valió un arresto de 26 días, que recibió diversas distinciones así como doctorados honoris causa por varias universidades y la Orden del Imperio Británico concedida por la reina Isabel II. En 1977, se convirtió en la primera mujer en ser elegida miembro de la Academia Argentina de Letras. Fue una entusiasta agitadora de las vanguardias y mecenas incansable de nuevos talentos. Lo que no sabíamos era que esta misma mujer gozaba de una escritura inteligente, cuajada, impúdica. El escritor Carlos Pardo reivindica su literatura en "Darse. Autobiografía y testimonios", un volumen editado en la Colección Obra Fundamental de la Fundación Banco Santander.


¿Qué distingue a Victoria Ocampo, en cuanto a estilo, del resto de sus contemporáneas?
Es bastante atípica en muchos sentidos. Las cualidades de su vida supo llevarlas a su literatura. ¿Y cuáles son éstas? Impudor, arrojo, inteligencia, humildad, pasión, soltura y un apetito desbordado por el arte.

¿Cómo es posible que haya pasado inadvertida la faceta de escritora de Victoria?
Ha sido muy conocida su labor como mecenas de la vanguardia del XX, así como la creación de su revista, la mítica ‘Sur’, pero su escritura autobiográfica ha tenido que pasar por varias dificultades: la primera, ser publicada póstumamente, lo que por otra parte le añade sinceridad. La segunda, ser mujer y escribir de sí misma sin pudor; el pudor es enemigo de la mujer y de la literatura, dice ella misma. Y la tercera, quizá, el prejuicio histórico con la literatura memorialística, que sólo recientemente empieza a valorarse como gran literatura.

Algo similiar le ocurrió a su hermana Silvina, y a tantas otras (Ernestina de Charpourcín, María Teresa León, Concha Méndez…) que, al lado de hombres con proyección, quedaron eclipsadas. ¿Qué parte de ‘culpa’ en su olvido tuvieron ellos, las reivindicaron lo suficiente?
Bueno, el mundo literario ha sido y es aún machista, aunque los machismos se hayan refinado. No hay más que ver cuántas mujeres han ganado el premio Nacional de Novela en más de ochenta años: ¿cuatro? ¿Cinco?
Pues ahora imagina a una escritora de comienzos del XX que escribe textos autobiográficos, cuentos o poemas. Dirían: escribe sobre sus “cositas”, o escribe sus “cuentecitos” o sus “poemitas”. La culpa (la responsabilidad) es total, me temo, aunque es mejor juzgar al presente, que puede cambiarse.

De todos los intelectuales que conoció, ¿cuál le marco de un modo más profundo?
Pues cada uno a su manera: Keyserling la hizo rabiar (y gracias a ello escribió su autobiografía), Virginia Woolf le dio el apoyo para una escritura impúdica. Pero también Drieu La Rochelle, amante en las antípodas de su ideología, y Rabindranath Tagore, y Ansermet, e incluso Proust y DH Lawrence, a los que no conoció personalmente, sino a través de su obra. Pero vida y obra, en el caso de Victoria, están muy comunicadas.

Hay quien pone en duda –quizás por alguno de los prejuicios que usted desmantela en el prólogo- que Victoria Ocampo fuese una feminista…
No hay más que leer sus textos sobre la mujer, por ejemplo ‘La mujer y su expresión’, incluido en el libro, para comprender que el feminismo de Ocampo, tan intuitivo como vivido, no tiene nada de añejo. Estaba en el centro de sus preocupaciones, si bien siempre en contra de los clichés y los esencialismos. Por otra parte, el feminismo tiene ya una historia tan rica y proteica que es imposible simplificar una sola manera de ser feminista.

¿Qué es lo que más le ha impresionado descubrir de  esta edición?
A la escritora. A la inteligente escritora de textos autobiográficos que sabe teorizar y defender un género que sólo recientemente se ha valorado como debiera. También a la escritora de intimidades: su historia de amor con J. Su estudio de los celos...

¿Cuál ha sido la pauta para escoger estos textos y no otros?
Ordenar el “ardiente desorden” en el que quiso que quedara su obra. Construir una especie de novela de su vida escrita por ella misma. Narrarla de cuerpo entero. Destacar a la gran escritora.

¿Por qué ‘Darse’?
Porque, en contra del tópico que quiso ver en ella a una arrogante niña rica (machismo, de nuevo), Ocampo fue una mecenas que participaba de cada movimiento de vanguardia. Fue una compañera de viaje de la vanguardia. Con una cualidad rara y sospechosa: su generosidad. Su generosidad económica, claro, pero también la capacidad de empatizar con los otros, de comprender puntos de vista.

¿Es más fascinante la personalidad que la obra que Victoria Ocampo?
No. Yo creo que su escritura crea la personalidad. Me atrevo a decir que nunca conoceremos a Victoria Ocampo, porque... ejem... está muerta. En cambio uno sí puede conocer a la autora, esa persona que sale del texto cada vez que uno lee. Y la autora es parte de la obra. Y en ese sentido, la autora de estas autobiografías es grande. No exagero si digo que creo que son una de las obras maestras de la literatura memorialística en español: lo creo sin ninguna duda.


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