Miguel Albero, poeta
“La nostalgia es la
errónea sensación de que se puede volver al lugar donde uno fue feliz y volver a serlo”
No es posible volver a los sitios de los
que se ha partido; no es viable recorrer lo que se sustenta en pretérito; no
porque los sitios cambien, sino porque cambia uno. Con esta tesis, Miguel
Albero (Madrid, 1967) cimienta un poemario a veces áspero, a veces irónico,
siempre frágil en su encuentro con lo vulnerable, pero que zarandea y tunde en
su rotundidad de planteamiento. ‘Volver’ (Renacimiento). Volver y no mentirnos,
regresar y no desangrarse a cada paso… ¿Es posible? ¿Merece la pena mirar a
esos días que fueron felices? ¿Fue realmente azul la infancia? Tal vez la
clave, más allá de su (im)posible, esté en aquello que propuso Proust, nuevo
ojos para lo que ya no es. Aunque duela.
“Para volver
no se puede estar en todas partes, hay que elegir una sola, donde habitas”.
Cuando escribe, ¿a dónde regresa el poeta y desde dónde?
El poeta, el escritor, regresa siempre a
sus obsesiones, que pueden ser lugares pero también asuntos, porque uno no
escribe de lo que quiere sino de lo que puede. En mi caso, da igual que sea
prosa, verso, ensayo o novela, botella grande, botellín, lata, cartón. Al
final, pese a que uno pretenda lo contrario, da vueltas al círculo de sus
obsesiones, lo que escribe, de lo que escribe y hasta te diría cómo lo escribe,
forman el dibujo de sus obsesiones.
¿Qué impulsa
a uno a desandar el camino recorrido, las cuentas pendientes, la infelicidad,
la insatisfacción, la nostalgia?
Probablemente la culpa, o sin duda la
culpa, ella es la fuerza más poderosa para desandar el camino cuando es por
tres de las cosas que citas; las cuentas pendientes, la infelicidad, la
insatisfacción. En cuanto a la nostalgia, es la errónea sensación de que se
puede volver al lugar donde uno fue feliz y volver a serlo. Ni lo uno ni lo
otro.
¿Qué hace
falta para quien regresa, mayor porción de valor o de cobardía?
Según el caso, si te demoras en el
regreso veinte años como Ulises más bien cobardía, o directamente pocas ganas
de volver. Si vuelves a un lugar donde sufriste, entonces se precisa valentía,
pero puede también ser estupidez, o masoquismo. El hombre es el único animal
que regresa conscientemente a un lugar donde ha sufrido.
“Los regresos
nunca han sido retratados”. ¿Por qué el regreso tiene menos predicamento que la
partida? ¿Realmente el regreso es menos intenso que la ida?
Le dedico un poema a eso porque siempre
me ha fascinado qué pasa cuando termina la película y salen los títulos de
crédito. Y siempre, salvo en el caso de Ulises, donde la vuelta sí ha sido
retratada, los regresos de las gestas nunca lo son; qué pensaría Colón a su
regreso, los tres astronautas al suyo, la bajada del Everest, los Reyes Magos
volviendo de Belén. Y, como digo en el poema, el regreso tiene muchos más
matices, porque el que regresa se pregunta ¿y ahora qué?, porque ya no tiene
como faro eso que acaba de conseguir. Sí, definitivamente habría que hacer un
inventario de regresos no retratados, daría mucho juego.
¿En qué
momento se fuga “ese futuro del poder ser”?
Hay un momento en la vida en el que el futuro
ya no es lo que era, pueden ser los cuarenta, quizás antes, probablemente se
situé mucho antes, pero es a los cuarenta cuando uno se da cuenta, para cuadrar
la rima. Sí, el futuro del poder ser se ha fugado antes, y nosotros seguimos un
rato como el coyote del correcaminos en medio del precipicio, pero moviendo aún
las piernas. Luego de pronto miramos hacia abajo, ya a medio camino pese a que
no hay puente que nos sustente (de nuevo para cuadrar la rima), y entonces es
cuando caemos en la cuenta de que el futuro hace tiempo que empezó a dejar de
ser un mundo lleno de color y posibilidades.
¿Cuánto del
recuerdo evocador del que se marchó y quiere volver es real, no ensanchado o
edulcorado por lo que nos hubiera gustado que fuera?
El recuerdo siempre está edulcorado,
recordar es etimológicamente volver a pasar por el corazón. Si es algo grato
siempre se mejora, sobre todo si pertenece a la infancia, ese territorio
necesariamente mitificado. Luego las casas no eran tan grandes ni las cosas
fueron tan buenas, allí era ese “futuro del poder ser” del que hablábamos el
que las hacía buenas. Y si es algo ingrato, también se edulcora, para que en
ese ejercicio de volver a pasarlo por el corazón, al recordar, nos duela menos.
Es un mecanismo de supervivencia.
“Volver es un
verbo impracticable” y, sin embargo, recurrente, casi necesario para el humano,
¿por qué?
Es impracticable porque el tiempo no es
el mismo, el lugar al que regresas tampoco, y tú tampoco lo eres. Es una
falacia. Pero como las tortugas Baula vuelven a desovar al lugar donde nacieron
aunque esté a miles de kilómetros y no haya vuelos low cost, nosotros, como buenos animales, hacemos lo mismo. La
única que fue libre fue la primera paloma que soltó Noé. La segunda le dijo lo
que él quería oír, que había ya tierra firme, la primera, que no regresó, le
dijo rumbosa que si te he visto no me acuerdo. Escogió la libertad. También
ella era paloma mensajera, y ése era su mensaje.
¿Es mejor ser
ese asesino “que mira solo hacia delante” que el que “regresa siempre al lugar
del crimen que es, además, su crimen”?
El segundo es el asesino que se siente
culpable, por eso decimos siempre que el asesino regresa siempre al lugar del
crimen. Lo hace por dos cosas, la primera para asegurarse de que nadie allí lo
reconoce, de que en efecto se ha ido de rositas. La segunda es precisamente por
lo contrario, vuelve porque en el fondo hay en él una pulsión que pide a gritos
que le pillen, y así deje de huir para siempre. El primero es que no tiene
remordimiento alguno, y no vuelve por ninguna de las dos razones, no tiene
remordimiento porque carece de sentimiento de culpa. Lo mejor, en cualquier
caso, es no ser el asesino, si se puede tampoco la víctima, claro está. En todo
caso, si es preciso estar, testigo y lejano. Lo siento, no vi nada, estaba
consultando mi Facebook.
Cuando uno
regresa, ¿se traiciona a sí, a la memoria, a lo que fue, a todo ello al mismo
tiempo?
Se traiciona salvo que uno sea
consciente de que el regreso es imposible y no lo conciba como tal. Pero como
hemos ido elaborando esa coraza de los recuerdos edulcorados, es difícil que
luego seamos capaces de hacer ese ejercicio.
¿Qué añade el
paso del tiempo al regreso?
Más capas de edulcoramiento, y mientras
no vuelvas, allí estarán los recuerdos falsos para que acudas a ellos como
bálsamo. Pero si lo haces, añades sal a la herida.
¿Cómo se
distingue un ‘hasta luego’ de un ‘adiós’?
Si sales por la puerta de la oficina con
una caja de cartón y tus cosas, si tu pareja te ha tirado la ropa por la
ventana, debes colegir sagaz que eso es un adiós. Si vas al médico a la primera
consulta y te manda pruebas y además sonríe, eso es un hasta luego, tienes
visitas para rato, y él ingresos para una buena temporada.
¿Por qué “la
memoria es enemiga del disfrute”?
Lo es cuando no pasa por ese tamiz del
recuerdo, de volver a revivir las cosas mentalmente. Si no están distorsionadas
por eso, la memoria es la que va a decirte que no te engañes, que ese lugar no
era tan hermoso, que esa novia de tu juventud mitificada no era tan lista ni
tan guapa. Lo mejor es la mala memoria o la ausencia de la misma, lo trato de
expresar en un poema sobre Sísifo. No es que, como sugiere Camus, termine por
acostumbrarse a su castigo y ser feliz, es que el muy cuco borra de su memoria
cada vez que sube, y entonces cada vez es una primera vez, mira qué bonita está
la montaña, seguro que puedo subir esta piedra, piedras a mí.
Miguel
Albero, ¿echa de menos el regreso a su país?
Los días malos, como todo el mundo. Pero
en cuanto regreso tengo ganas de irme.
Lo dijo el alemán que ahora resulta que es la fuente de inspiración de
Houellebecq. Lo que tenemos puede no hacernos felices, pero lo que nos falta
nos hace ciertamente desdichados.
¿Qué aporta
la nostalgia a la vida?
El elemento necesario para sentirse
melancólico los domingos lluviosos de invierno. Sin la nostalgia estaríamos
simplemente jodidos, pero con ella nos volvemos melancólicos y ponemos un disco
de nuestra juventud. En mi caso aporta pues algún ingreso (muy poco,
pobrecitos, los derechos de autor, como el futuro, ya no son lo que eran) a los
grupos de los ochenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario