Julio Monteverde, poeta y
traductor
“La
poesía tiene que ver principalmente
con el deseo”
Julio Monteverde (Cartagena,
1973) es traductor. Y poeta. Sobre todo, poeta. Un poeta que sabe que el mundo
es pequeño, mas la mirada, el contacto, pueden desbordarlo a voluntad. Un poeta
que sabe que el mundo es tan pequeño como las palabras de los hombres. Un poeta
que conoce que el hambre es la fuente. Y que hay un espacio común para el
intercambio. Imprescindible ‘Casa de fieras’ (Enclave), prosa poética con
imagen ladrando, confeccionado a medias con Julián Lacalle. Necesario su
poemario ‘La luz de los días’ (La Torre Magnética). “Hay días en los que
existen otros lugares y otros tiempos que corren paralelos a este tiempo y que
sumergen sus brazos en la infancia de las cosas para recuperarse”. Estimulante
‘De la materia del sueño’ (Pepitas de calabaza), sobre el que se sustenta el
grueso de esta conversación.
¿Cómo
reconocemos a un surrealista?
Es una pregunta… bastante compleja.
He pensado muchas veces que existe un
compromiso surrealista, en el sentido de que lo primero es definirse a sí mismo
como surrealista, y para ello hay que aceptar una serie de compromisos. También
hay quien dice que surrealista es aquel que está en un grupo surrealista o que
se adhiere a la actividad colectiva de un grupo surrealista, porque para los
surrealista lo colectivo es muy importante; esto puede valer, pero no son solo
surrealistas, creo yo, los que están dentro de un grupo, hay gente que es
surrealista y nunca ha estado en un grupo.
Y
hay gente que se va, estoy pensando en Cirlot, el poeta barcelonés que partió
peras con Bretón…
Por supuesto. Yo también me he
ido. Pero irse no quiere decir nada. Es innegable que alguien como Buñuel fue surrealista
toda su vida aunque se desvinculó de la actividad surrealista digamos oficial.
Tiene que haber, en primer lugar, una voluntad de reconocerse como tal y una
aceptación de una serie de compromisos.
¿Qué
tipo de compromisos?
Éticos, políticos, estéticos,
sin ser éstos últimos los principales. Y un compromiso poético.
¿Por
qué salió del Grupo Surrealista de Madrid?
Estuve en él de 2000 a 2012,
bastantes años. Salí porque esa vinculación que sentía al principio, tan
intensa que casi llegaba a la identificación ontológica, eso dejó de darse con
la misma intensidad, de la misma manera, y me pareció más honesto no seguir
dentro del grupo como tal, aunque sido vinculado a él, tengo grandes amigos
dentro del grupo, y tenemos un proyecto en común.
Decía
la feminista Goldman algo que siempre me ha emocionado, que no le interesaba
ninguna revolución que no pudiera hacer bailando. Si tuviera que poner alguna
tacha al Grupo Surrealista de Madrid, en lo que he vivido de cerca, es que le
falta humor…
Es cierto, no eres la primera
en hacernos ese reproche, si es que lo es, no es nuevo. Es una constante sobre el
Grupo Surrealista de Madrid; es posible que le falte humor, pero es una
cuestión de temperamento, quizás preferíamos evitar el humor para no caer en cierta
visión surrealista absurda y complaciente… pero pienso en Jesús García, uno de
los miembros del grupo, que es un talento en el uso de todo tipo de situaciones
humorísticas. Algo de humor sí que hay…
¿Qué
se requiere para encontrar la llama que
aguarda bajo los escombros?
Ah… la pregunta del millón. De
las pocas cosas que nos quedan como camino en este derrumbe de civilización al
que asistimos, es la búsqueda de esa llama bajo los escombros, que siempre
estará. La poesía nos ayuda a encontrarla. Sólo esa llama repara las cualidades
de lo humano.
¿Qué
parte de humor, de gozo, de goce, de juego tiene el compromiso?
El problema es quizás
confundir el humor con el placer, o el humor tal y como lo vemos con el goce. En
toda acción poética surrealista el componente de gozo y placer es irrevocable, es
una acción poética y, por tanto, no puede existir sin ese componente de placer
de desencadenación del deseo y de… la alegría. Otra cosa es el humor, que es
más complejo. Pero la alegría, para hacer la misma poesía es imprescindible.
Sin placer, sin deseo de gozar de la propia vida, nada tendría sentido. Lo que
decía Golman, la reflexión que has citado, es así, yo también lo pienso, si vas
a hacer una revolución, no vale con aumentar la producción quinquenal, porque
si en esa revolución no se va a poder bailar…
…
pues que no nos busquen…
Que no nos busquen.
¿La
poesía tiene que ver más con cierto (y delicado) sentido del humor o con la
ternura?
La poesía tiene que ver
principalmente con el deseo; es un modo de actuar concreto, muy definido, que
nos permite el cumplimiento de un deseo en el grado que sea. Ahí, en ese deseo,
se pueden incluir muchas cosas, el humor, la ternura, el amor, el lirismo, la revuelta…
todo eso se puede dar, y cuanto menos excluyente sea una opción de poesía más
aceptable será.
La
propuesta de entregarse al sueño nocturno es apasionante pero, ¿cómo rescatarlo
al despertar, resulta tan lábil, tan escurridizo?
Es una cuestión de distancia,
la distancia que uno pone entre los fenómenos que conforman su vida. Cuanto más
cerca está uno del sueño, más se acerca el sueño a él. Cito en el libro a un
autor, Saint-Denys, que escribió un texto sobre cómo controlar los sueños. Lo
que hizo fue una especie de exploración del mundo onírico en la que usaba distintas
técnicas. Por ejemplo, durante un viaje mascó raíz de regaliz y, por la noche,
le pidió a su criado que le metiera una raíz. Cuanto más se intenta hacer un
esfuerzo por acercarse a ellos, más se reciben; los sueños son como todo,
cuanto más das más recibes. Es cierto que hay personas a las que le resulta más
difícil, incluso a una misma persona le cuesta más o menos dependiendo de su estado
vital. Siempre está el recuerdo, que es algo común, de ciertos sueños muy
clave, los grandes sueños, que llamaba Jung, los determinantes para una vida
que no se esfuman.
Me
parece que la poesía ayuda bastante a entregarse al sueño (nocturno y de
vigilia)…
A mí, desde luego. De
adolescente, recuerdo bastante bien cómo el hecho de leer poesía e interesarme
por ella cambió mis sueños, los sueños más profundos, en cierto modo es como
abrir más recursos al propio sueño. En la vigilia las imágenes que en mí fluían
influyeron para que mis sueños se desbocaron de alguna manera.
Usted
dice que el sueño se sustenta en un pensamiento no discursivo sino acumulativo,
integrador y polimórfico. ¿Cuántos yoes, que diría Unamuno, tenemos, o son
todos uno mismo en esencia?
Yo es uno y múltiple a la vez,
esto es algo muy monista, pero lo creo así; el problema con esto, con el yo y
el yo dentro de los sueños, que no es un problema sino una circunstancia, es
que durante la vigilia estamos muy acostumbrados a delimitar nuestro propio yo,
lo cortamos, lo pulimos, esto soy yo, esto no soy yo, esto me conviene, esto no…
en la propia vida psíquica de cada uno, eliminamos una serie, una parte,
construimos ese yo como una personalidad, lo cristalizamos, dejamos fuera una
serie de cosas, que vuelven en el sueño para crear una unidad más completa, eso
es lo principal, por eso es acumulativa. Esto está vinculado a la mentalidad
primitiva, no va por síntesis sino por acumulación, hasta crear un conjunto,
que es el yo, todos somos yo en el sueño, por eso en el sueño se produce ese reordenamiento
de ese yo que cuando nos vigila estamos tan preocupados por recortar, acotar,
definir…
Y,
sin embargo, deseamos la unidad, la fusión plena con el otro, siquiera un
instante infinito…
Aunque sé que amigos míos no
comparten la opinión, creo en la unidad, la existencia es una y múltiple a la
vez, y ese anhelo de unidad de lo múltiple está en nosotros, eso es el amor, y
es la fuerza, como decía Dante, que mueve las estrellas.
Tú
lo dices de otro modo: “el amor que mezcla como ninguna otra cosa todas las
posibilidades más elevadas de acción del ser humano”…
Eso… el intento de unión, en
el sueño se da casi esa unidad del mundo con nosotros, es una unidad no real,
representativa, pero en el mundo del sueño se puede ver una unidad, todo a la vez
eres tú, y tú eres todo lo que ves. Ahí es donde se experimenta. El sueño y la
unidad, de hecho, es el germen del libro, es lo primero que escribí del libro, esa
reflexión sobre la unidad, el todo, el yo. Ese texto lo publiqué en la revista
‘Salamandra’ y un amigo me animó a continuar.
“Todo
lo que nos sucede está relacionado con la totalidad de lo que somos. De esa
región de cuanto somos, ¿cuánta hay nuestra propia y cuánta depende del Otro,
de lo Otro?
… me gustaría que hubiera
mucho del otro, o según qué otro, porque el problema es que en esa región hay
una serie de presencias, debido a las sociedades en las que estamos obligados a
vivir, las sociedades capitalistas, una invasión de ese otro que es violenta,
coercitiva, y que originan que ese yo que se relaciona con el otro que no es la
uno quiere sino la que le imponen… cuando hablábamos del deseo también hablamos
de es esa violencia cotidiana, contra el propio deseo. El deseo es una
necesidad de unión con diferentes cosas, y también se da una invasión violenta
para conseguir que uno desee lo que otros quieren que desee. Entonces el otro
se mete en nosotros y ahí es donde están las graves tragedias de la forma de entender
el mundo.
Ni
siquiera el sueño está protegido contra toda invasión capitalista…
Esta fue una crítica que me
hicieron, y que acepté, las primeras personas que leyeron el borrador del
libro. Me dijeron que tuviera cuidado en caer en una especie de visión
salvífica del sueño porque no es cierto. En el sueño se da la alienación, la
alienación llega hasta allí. En el sueño no todo es maravilloso, hay que tener
cierto grado de responsabilidad con lo que uno sueña y no verlo de forma
pasiva.
Convivir
con ese sueño también exige un grado de misterio, porque, como en el discurso racional,
siempre hay algo –por fortuna- que se nos escapa...
Sí, tienes razón, es como un
poema, tiene mucho que ver. Es posible entender un poema. Hacerlo tuyo, que te
conmueva, que sirva a tu vida sin llegar a entenderlo perfectamente, pero saber
que hay algo inagotable que se relaciona contigo, y que te permite volver una y
otra vez a él, por eso no lo comprendes de todo, funciona como una integración
en tu vida de algo. Es el poder de conmoción que se adquiere con esa comprensión
directa de lo que tú has experimentado al leerlo, ese punto en el que lo que
estás viviendo se relaciona contigo directamente y se convierte en algo real.
Habla
del “tercer brazo”, el que sale del pecho por entre las brumas poéticas del
sueño, ¿qué cosas tiene encomendadas que solo él puede hacer?
Hay una cita encubierta al
tercer brazo de Fourier.
¿El
utópico que ideó esos lugares comunales, los falansterios?
Sí, él habló de muchas cosas y
de formas diferentes, tenía un lado muy poético, con una serie de imágenes
poderosas que darán problemas a quienes no están dispuestos a deshacerse ni por
un momento del pensamiento racional. Él pensaba que, cundo llegase la armonía,
lo que él llama la armonía, es decir la sociedad utópica, al ser humano le
crecería un tercer brazo, prensil, el ‘archibrazo’, de ahí tomo esa evolución del
tercer brazo hecho de sueño, una herramienta para actuar sobre la realidad.
Para Fourier sirve para levantar cosas, es un desarrollo físico, yo lo utilizo
de un modo más metafórico, como ampliación de la experiencia. Los antropólogos
y etnólogos hablan del papel determinante del sueño en las distintas culturas,
pero la nuestra lo ha desplazado al lugar peor de la casa. Pero está ahí, y es
nuestro. La ventaja es que el sueño es nuestro como pocas coas pueden ser
nuestras, nuestro en tanto que intervención de experiencias en nuestra vida,
que tratan de llevarnos a un camino, tan propiamente nuestro… es lugar para
encontrar qué es lo que queremos…
“Bienaventurados
aquellos que han descubierto aquello que aman en el mundo de los sueños”…
Sí, si descubres lo que deseas
en el mundo de los sueños es fantástico porque en el mundo de los sueños está
tu yo, hay una vinculación directa con lo que quieres, y también en su
vertiente política y utópica. Es mejor encontrar tu deseo en el sueño que en un
programa de televisión, desde luego.
¿Qué
conforma más al hombre del XXI, el marxismo, el romanticismo, el psicoanálisis
o el surrealismo?
En el caso del surrealismo, en
el fondo último, es consecuencia o intentó ser consecuencia directa del
freudismo y marxismo… Es complicado de responder… Creo que, a pesar de que no
es lo que más me gustaría, el marxismo, a favor y en contra, es lo que más definiría
el alma del XXI, en tanto que materialismo histórico, pero todo eso se debería
de completar, esas cuatro corrientes o movimientos que mencionas, que están muy
vigentes, hay de revisarse, pero de ellas saldrá la respuesta a la situación
actual. Tal vez no sean más que una misma corriente. Hay otras que pueden
aportarnos cosas, como el situacionismo o el dadaísmo y otros movimientos de
rechazo. Pero sí, en esos cuatro movimientos que mencionas está la base.
¿Es
más fácil imaginar el fin de la civilización que el fin del capitalismo?
Ahora mismo no hay salida al
capitalismo, alternativa, pero en este punto siempre a Stefan Zweig, que se
suicidó en Brasil porque no podía soportar la perspectiva de un mundo gobernado
con los nazis… sin embargo, una semana después cayó el régimen nazi… lo que quiero
decir es que siempre hay espacio para lo inesperado. El Comité Invisible (un
grupo de activistas anónimos) decía que si a una persona, un mes antes de la Revolución
francesa, le hubieran dicho que la manera de entender el mundo iba a caer se
hubiera reído. Y también recuerdo una frase de Huidobro: “la esperanza de la
esperanza es la esperanza sin esperanza”.
Deme
un par de recomendaciones para reapropiarnos de nuestra vida…
Una de las primeras labores,
con otras, es la reapropiación del deseo, de nuestro propio deseo; ahí es donde
hay que luchar y tener claro qué proceso se está dando con aquello que deseamos
para nuestra propia vida… cuando uno comprende la distancia entre el deseo que
tiene y los que se ve obligado a aceptar como suyos, hemos ganado mucho.
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