jueves, 23 de febrero de 2017

ENTREVISTA A JULIO MONTEVERDE


Julio Monteverde, poeta y traductor

“La poesía tiene que ver principalmente 
con el deseo”



Julio Monteverde (Cartagena, 1973) es traductor. Y poeta. Sobre todo, poeta. Un poeta que sabe que el mundo es pequeño, mas la mirada, el contacto, pueden desbordarlo a voluntad. Un poeta que sabe que el mundo es tan pequeño como las palabras de los hombres. Un poeta que conoce que el hambre es la fuente. Y que hay un espacio común para el intercambio. Imprescindible ‘Casa de fieras’ (Enclave), prosa poética con imagen ladrando, confeccionado a medias con Julián Lacalle. Necesario su poemario ‘La luz de los días’ (La Torre Magnética). “Hay días en los que existen otros lugares y otros tiempos que corren paralelos a este tiempo y que sumergen sus brazos en la infancia de las cosas para recuperarse”. Estimulante ‘De la materia del sueño’ (Pepitas de calabaza), sobre el que se sustenta el grueso de esta conversación.


¿Cómo reconocemos a un surrealista?

Es una pregunta… bastante compleja.  He pensado muchas veces que existe un compromiso surrealista, en el sentido de que lo primero es definirse a sí mismo como surrealista, y para ello hay que aceptar una serie de compromisos. También hay quien dice que surrealista es aquel que está en un grupo surrealista o que se adhiere a la actividad colectiva de un grupo surrealista, porque para los surrealista lo colectivo es muy importante; esto puede valer, pero no son solo surrealistas, creo yo, los que están dentro de un grupo, hay gente que es surrealista y nunca ha estado en un grupo.

Y hay gente que se va, estoy pensando en Cirlot, el poeta barcelonés que partió peras con Bretón…
Por supuesto. Yo también me he ido. Pero irse no quiere decir nada. Es innegable que alguien como Buñuel fue surrealista toda su vida aunque se desvinculó de la actividad surrealista digamos oficial. Tiene que haber, en primer lugar, una voluntad de reconocerse como tal y una aceptación de una serie de compromisos.

¿Qué tipo de compromisos?
Éticos, políticos, estéticos, sin ser éstos últimos los principales. Y un compromiso poético.

¿Por qué salió del Grupo Surrealista de Madrid?
Estuve en él de 2000 a 2012, bastantes años. Salí porque esa vinculación que sentía al principio, tan intensa que casi llegaba a la identificación ontológica, eso dejó de darse con la misma intensidad, de la misma manera, y me pareció más honesto no seguir dentro del grupo como tal, aunque sido vinculado a él, tengo grandes amigos dentro del grupo, y tenemos un proyecto en común.

Decía la feminista Goldman algo que siempre me ha emocionado, que no le interesaba ninguna revolución que no pudiera hacer bailando. Si tuviera que poner alguna tacha al Grupo Surrealista de Madrid, en lo que he vivido de cerca, es que le falta humor…
Es cierto, no eres la primera en hacernos ese reproche, si es que lo es, no es nuevo. Es una constante sobre el Grupo Surrealista de Madrid; es posible que le falte humor, pero es una cuestión de temperamento, quizás preferíamos evitar el humor para no caer en cierta visión surrealista absurda y complaciente… pero pienso en Jesús García, uno de los miembros del grupo, que es un talento en el uso de todo tipo de situaciones humorísticas. Algo de humor sí que hay…

¿Qué se requiere para encontrar la llama que aguarda bajo los escombros?
Ah… la pregunta del millón. De las pocas cosas que nos quedan como camino en este derrumbe de civilización al que asistimos, es la búsqueda de esa llama bajo los escombros, que siempre estará. La poesía nos ayuda a encontrarla. Sólo esa llama repara las cualidades de lo humano.

¿Qué parte de humor, de gozo, de goce, de juego tiene el compromiso?
El problema es quizás confundir el humor con el placer, o el humor tal y como lo vemos con el goce. En toda acción poética surrealista el componente de gozo y placer es irrevocable, es una acción poética y, por tanto, no puede existir sin ese componente de placer de desencadenación del deseo y de… la alegría. Otra cosa es el humor, que es más complejo. Pero la alegría, para hacer la misma poesía es imprescindible. Sin placer, sin deseo de gozar de la propia vida, nada tendría sentido. Lo que decía Golman, la reflexión que has citado, es así, yo también lo pienso, si vas a hacer una revolución, no vale con aumentar la producción quinquenal, porque si en esa revolución no se va a poder bailar…

… pues que no nos busquen…
Que no nos busquen.

¿La poesía tiene que ver más con cierto (y delicado) sentido del humor o con la ternura?
La poesía tiene que ver principalmente con el deseo; es un modo de actuar concreto, muy definido, que nos permite el cumplimiento de un deseo en el grado que sea. Ahí, en ese deseo, se pueden incluir muchas cosas, el humor, la ternura, el amor, el lirismo, la revuelta… todo eso se puede dar, y cuanto menos excluyente sea una opción de poesía más aceptable será.

La propuesta de entregarse al sueño nocturno es apasionante pero, ¿cómo rescatarlo al despertar, resulta tan lábil, tan escurridizo?
Es una cuestión de distancia, la distancia que uno pone entre los fenómenos que conforman su vida. Cuanto más cerca está uno del sueño, más se acerca el sueño a él. Cito en el libro a un autor, Saint-Denys, que escribió un texto sobre cómo controlar los sueños. Lo que hizo fue una especie de exploración del mundo onírico en la que usaba distintas técnicas. Por ejemplo, durante un viaje mascó raíz de regaliz y, por la noche, le pidió a su criado que le metiera una raíz. Cuanto más se intenta hacer un esfuerzo por acercarse a ellos, más se reciben; los sueños son como todo, cuanto más das más recibes. Es cierto que hay personas a las que le resulta más difícil, incluso a una misma persona le cuesta más o menos dependiendo de su estado vital. Siempre está el recuerdo, que es algo común, de ciertos sueños muy clave, los grandes sueños, que llamaba Jung, los determinantes para una vida que no se esfuman.

Me parece que la poesía ayuda bastante a entregarse al sueño (nocturno y de vigilia)…
A mí, desde luego. De adolescente, recuerdo bastante bien cómo el hecho de leer poesía e interesarme por ella cambió mis sueños, los sueños más profundos, en cierto modo es como abrir más recursos al propio sueño. En la vigilia las imágenes que en mí fluían influyeron para que mis sueños se desbocaron de alguna manera.

Usted dice que el sueño se sustenta en un pensamiento no discursivo sino acumulativo, integrador y polimórfico. ¿Cuántos yoes, que diría Unamuno, tenemos, o son todos uno mismo en esencia?
Yo es uno y múltiple a la vez, esto es algo muy monista, pero lo creo así; el problema con esto, con el yo y el yo dentro de los sueños, que no es un problema sino una circunstancia, es que durante la vigilia estamos muy acostumbrados a delimitar nuestro propio yo, lo cortamos, lo pulimos, esto soy yo, esto no soy yo, esto me conviene, esto no… en la propia vida psíquica de cada uno, eliminamos una serie, una parte, construimos ese yo como una personalidad, lo cristalizamos, dejamos fuera una serie de cosas, que vuelven en el sueño para crear una unidad más completa, eso es lo principal, por eso es acumulativa. Esto está vinculado a la mentalidad primitiva, no va por síntesis sino por acumulación, hasta crear un conjunto, que es el yo, todos somos yo en el sueño, por eso en el sueño se produce ese reordenamiento de ese yo que cuando nos vigila estamos tan preocupados por recortar, acotar, definir…

Y, sin embargo, deseamos la unidad, la fusión plena con el otro, siquiera un instante infinito…
Aunque sé que amigos míos no comparten la opinión, creo en la unidad, la existencia es una y múltiple a la vez, y ese anhelo de unidad de lo múltiple está en nosotros, eso es el amor, y es la fuerza, como decía Dante, que mueve las estrellas.

Tú lo dices de otro modo: “el amor que mezcla como ninguna otra cosa todas las posibilidades más elevadas de acción del ser humano”…
Eso… el intento de unión, en el sueño se da casi esa unidad del mundo con nosotros, es una unidad no real, representativa, pero en el mundo del sueño se puede ver una unidad, todo a la vez eres tú, y tú eres todo lo que ves. Ahí es donde se experimenta. El sueño y la unidad, de hecho, es el germen del libro, es lo primero que escribí del libro, esa reflexión sobre la unidad, el todo, el yo. Ese texto lo publiqué en la revista ‘Salamandra’ y un amigo me animó a continuar.

“Todo lo que nos sucede está relacionado con la totalidad de lo que somos. De esa región de cuanto somos, ¿cuánta hay nuestra propia y cuánta depende del Otro, de lo Otro?
… me gustaría que hubiera mucho del otro, o según qué otro, porque el problema es que en esa región hay una serie de presencias, debido a las sociedades en las que estamos obligados a vivir, las sociedades capitalistas, una invasión de ese otro que es violenta, coercitiva, y que originan que ese yo que se relaciona con el otro que no es la uno quiere sino la que le imponen… cuando hablábamos del deseo también hablamos de es esa violencia cotidiana, contra el propio deseo. El deseo es una necesidad de unión con diferentes cosas, y también se da una invasión violenta para conseguir que uno desee lo que otros quieren que desee. Entonces el otro se mete en nosotros y ahí es donde están las graves tragedias de la forma de entender el mundo.

Ni siquiera el sueño está protegido contra toda invasión capitalista…
Esta fue una crítica que me hicieron, y que acepté, las primeras personas que leyeron el borrador del libro. Me dijeron que tuviera cuidado en caer en una especie de visión salvífica del sueño porque no es cierto. En el sueño se da la alienación, la alienación llega hasta allí. En el sueño no todo es maravilloso, hay que tener cierto grado de responsabilidad con lo que uno sueña y no verlo de forma pasiva.

Convivir con ese sueño también exige un grado de misterio, porque, como en el discurso racional, siempre hay algo –por fortuna- que se nos escapa...
Sí, tienes razón, es como un poema, tiene mucho que ver. Es posible entender un poema. Hacerlo tuyo, que te conmueva, que sirva a tu vida sin llegar a entenderlo perfectamente, pero saber que hay algo inagotable que se relaciona contigo, y que te permite volver una y otra vez a él, por eso no lo comprendes de todo, funciona como una integración en tu vida de algo. Es el poder de conmoción que se adquiere con esa comprensión directa de lo que tú has experimentado al leerlo, ese punto en el que lo que estás viviendo se relaciona contigo directamente y se convierte en algo real.

Habla del “tercer brazo”, el que sale del pecho por entre las brumas poéticas del sueño, ¿qué cosas tiene encomendadas que solo él puede hacer?
Hay una cita encubierta al tercer brazo de Fourier.

¿El utópico que ideó esos lugares comunales, los falansterios?
Sí, él habló de muchas cosas y de formas diferentes, tenía un lado muy poético, con una serie de imágenes poderosas que darán problemas a quienes no están dispuestos a deshacerse ni por un momento del pensamiento racional. Él pensaba que, cundo llegase la armonía, lo que él llama la armonía, es decir la sociedad utópica, al ser humano le crecería un tercer brazo, prensil, el ‘archibrazo’, de ahí tomo esa evolución del tercer brazo hecho de sueño, una herramienta para actuar sobre la realidad. Para Fourier sirve para levantar cosas, es un desarrollo físico, yo lo utilizo de un modo más metafórico, como ampliación de la experiencia. Los antropólogos y etnólogos hablan del papel determinante del sueño en las distintas culturas, pero la nuestra lo ha desplazado al lugar peor de la casa. Pero está ahí, y es nuestro. La ventaja es que el sueño es nuestro como pocas coas pueden ser nuestras, nuestro en tanto que intervención de experiencias en nuestra vida, que tratan de llevarnos a un camino, tan propiamente nuestro… es lugar para encontrar qué es lo que queremos…


“Bienaventurados aquellos que han descubierto aquello que aman en el mundo de los sueños”…
Sí, si descubres lo que deseas en el mundo de los sueños es fantástico porque en el mundo de los sueños está tu yo, hay una vinculación directa con lo que quieres, y también en su vertiente política y utópica. Es mejor encontrar tu deseo en el sueño que en un programa de televisión, desde luego.

¿Qué conforma más al hombre del XXI, el marxismo, el romanticismo, el psicoanálisis o el surrealismo?
En el caso del surrealismo, en el fondo último, es consecuencia o intentó ser consecuencia directa del freudismo y marxismo… Es complicado de responder… Creo que, a pesar de que no es lo que más me gustaría, el marxismo, a favor y en contra, es lo que más definiría el alma del XXI, en tanto que materialismo histórico, pero todo eso se debería de completar, esas cuatro corrientes o movimientos que mencionas, que están muy vigentes, hay de revisarse, pero de ellas saldrá la respuesta a la situación actual. Tal vez no sean más que una misma corriente. Hay otras que pueden aportarnos cosas, como el situacionismo o el dadaísmo y otros movimientos de rechazo. Pero sí, en esos cuatro movimientos que mencionas está la base.

¿Es más fácil imaginar el fin de la civilización que el fin del capitalismo?
Ahora mismo no hay salida al capitalismo, alternativa, pero en este punto siempre a Stefan Zweig, que se suicidó en Brasil porque no podía soportar la perspectiva de un mundo gobernado con los nazis… sin embargo, una semana después cayó el régimen nazi… lo que quiero decir es que siempre hay espacio para lo inesperado. El Comité Invisible (un grupo de activistas anónimos) decía que si a una persona, un mes antes de la Revolución francesa, le hubieran dicho que la manera de entender el mundo iba a caer se hubiera reído. Y también recuerdo una frase de Huidobro: “la esperanza de la esperanza es la esperanza sin esperanza”.

Deme un par de recomendaciones para reapropiarnos de nuestra vida…
Una de las primeras labores, con otras, es la reapropiación del deseo, de nuestro propio deseo; ahí es donde hay que luchar y tener claro qué proceso se está dando con aquello que deseamos para nuestra propia vida… cuando uno comprende la distancia entre el deseo que tiene y los que se ve obligado a aceptar como suyos, hemos ganado mucho.




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