Isabel González
La confianza es lo único que
puede establecer
algún canal de comunicación
algún canal de comunicación
Hay novelas de curso legal, de
correcto oficio, novelas que se olvidan como tardes anestesiadas por fiebre
endémica, novelas que se degluten (no llevan gluten, ni azúcares, tampoco aditamentos químicos, son inocuas, completamente). Pero
también novelas que bordean el prodigio, que traspasan, que nos convocan como
amantes en una cita de la que uno no regresa indemne. Novelas-fulgor que nos
hablan desde el ángulo exacto, porque el centro está en cada una de las líneas
que la componen. ‘Mil mamíferos ciegos’ (Dos Bigotes), de Isabel González. Excede,
desborda, proclama. Es poesía e imagen, narración y salmo, dolor, dentellada. Inmensa,
irreductible. Yago, habitante del bosque. Eva y Santi, inclasificables
urbanitas. Dos encuadres, tres dimensiones en el mirar. Lo que estalla.
¿Cómo
cruzarse con un Yago en la vida, cómo convocarlo? ¿Hay un Yago? ¿Cómo no amarlo
si se encuentra?
¿Cómo cruzarse? Huye.
¿Hay un Yago? Mil. Tú misma
enfebrecida. Lo que pasa es que no suelen salir del bosque.
¿Cómo no amarlo? Por
supervivencia.
“Una
vez lo imposible fue”. Parece que hablara el narrador de esta novela, que
estalla límites y que convoca la irreparable sensación de lo que se impregna…
Puede que el narrador hable de
lo imposible como oposición a lo posible en tanto que lo posible es concebido
como real y lo imposible como irreal. Se tergiversan los términos por
protección. Y es lógico, ya que la posibilidad máxima es la irrealidad de la
muerte. Lo imposible es la vida. “Una vez estuve vivo”. Y te impregnas, sí,
vaya que sí.
¿Cómo
se alumbra ‘Mil mamíferos ciegos’?
Con millares de coitos. Con
cientos de partos errados. Con una madre precursora que renegó de ellos y otra
incauta que la usurpó. Con personas que existen inventadas y con personas
inventadas que ahora existen. Se alumbra con mucha oscuridad. Se trata de una
historia basada en hechos reales tergiversada por hechos más reales todavía.
“Demasiada
sensatez reduce eficacia”. ‘Mil mamíferos ciegos’ parece estar escrito desde
una región mucho más próxima al sueño, a lo visionario, al abajo inconsciente,
que a la rigurosidad de un discurso premeditado. ¿Es así?
Sí. Está escrita como parte de
una experiencia vital. He intentado actuar como un vaso comunicante entre lo
oscuro y lo palpable. Dejarme llevar y traducir lo que discurre de eterno y de
efímero por las ridículas y magníficas vidas particulares. Somos miles y somos
uno. Suena esotérico, pero qué le vamos a hacer. A veces comemos mortadela y a
veces esto: comemos mortadela en el universo.
“La
complejidad reducida un verbo”. ¿Cuál?
Morir. Morir como perder la
vida y morir como deseo violento de algo. Siempre en primera persona, claro
está.
Cuando
“ni los genitales hacen falta para masturbarse”,
¿el deseo se ha desbordado, sublimado o está desubicado?
Todo va junto, ¿no?. El caudal
se desborda y anega los huertos, las casas, arrastra vehículos, no se puede
hablar de otra cosa que de la inundación, del desastre. La fuerza de la
naturaleza. Aunque también cabe preguntarse si no se edificó en el cauce y se
le puso un nombre santo a la población.
“Lo
que no se va cuando se marcha”, ¿nos condena a amarlo de por siempre?
Somos unos amantes. Estamos condenados
siempre.
El
bosque como escenario (Zambrano, Jünger, Matute, Calvino…) frente a la ciudad
como declive, como desmoronamiento… ¿Una reivindicación de la naturaleza?
No exactamente. El bosque
donde vive Yago es un paisaje exterior y un paisaje interior. Un lugar
primigenio a diez kilómetros del pueblo, el sitio donde abandonan a los inocentes
en los cuentos infantiles, el comienzo del viaje. El antropólogoVladimir Propp dice:
“el
niño moría y resucitaba como un hombre nuevo (simulado por el ser engullido y
vomitado por un animal). Para ello, se construía cabañas en un bosque (o
espesura) donde se producían las pruebas y el aprendizaje”. Lo leo y me
sobrecojo y corroboro (porque me ha pasado) la existencia de un inconsciente
colectivo, de un sustrato simbológico común que atraviesa a la humanidad desde
el principio de los tiempos. Lo sabemos todo aunque no suele asomar porque el
saber aprendidos e lo impide. Suele suceder cuando se despega del suelo o nos
hundimos en él, que es más frecuente.
“Nos
hacemos viejos si con unas palabras ocultamos otras”. ¿Es posible contarnos,
decirnos sin máscaras sobrevivir sin que
laminen el corazón?
No podemos comunicarnos bien.
Siempre estamos solos y la confianza es lo único que puede establecer algún
canal de comunicación. Pero hay que ser muy fuerte y muy frágil. Porque vas a
ir sin escudos y te herirán.
“La
mentira es lo que vivo sin ti”. ¿Qué nos mantiene vivo ante una ausencia?
Lo de siempre. El aire, la
comida, la respiración pulmonar, los actos reflejos. Luego se aprende todo de
nuevo. Luego se olvida. Y entonces se está vivo otra vez.
¿Cómo
se somete a lo que nunca llega?
No se puede someter. Esa es la
grandeza de la esperanza. Lo malo es que si esperas mucho el palacio se expande
tanto que la decepción está asegurada. Basta a veces con una tienda de campaña
de Decathlon. Son muy majas.
¿No
crees que la niña atada a la piedra merece que cuenten su historia?
¿La niña atada a la piedra es
la fe o es la ignorancia? Qué destruye Yago. Contaremos su historia en la
segunda parte de ‘Mil mamíferos ciegos’. ‘Mil dos mamíferos ciegos’.
¿Cómo
se convive con el hombre pegado a nuestra espalda?
Cantando. Y sacándolo a pasear
de vez en cuando para hacer sus necesidades.
Uno
siempre quiere dar caza al lobo (sombra, monstruo, etc.) que lleva dentro, pero
los ‘otros’ (algunos) siempre quieren dar caza al ser puro/poeta/tarado que
somos. ¿Por qué crees que sucede esto?
No entiendo muy bien si dar
caza se refiere a atraparlo para atesorarlo o a matarlo para acabar con ello. En
todo caso, ‘los otros’ también somos nosotros. Así que actuamos de las dos
formas. Quizá porque queremos ser únicos.
Yago, Santi,
Eva. ¿De quién tiene más Isabel González?
De un híbrido de los tres con
un jabalí y una cría humana sucia y obediente. Podría contestarte lo que
quisiera. Inventármelo todo. ¿Lo ves? No nos podemos comunicar bien. Mejor, dilo
tú.
Isabel González presentará
‘Mil mamíferos ciegos’ en La casa de fieras (dónde si no), este jueves, 18 de
mayo, a las 19 horas.
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