lunes, 13 de marzo de 2017

"Exit. Ideologías de la crisis" de Tomasz Konicz




Necesitamos algo más que hombres postulados como probables para combatir los tiempos que llegan. La lucha se está incubando en otro lado, que apenas si sospechamos. No hay alternativa al capitalismo (de momento) pero hay otra manera de vivir. Y para poder ejercer los estrechos márgenes de libertad, hay que saber. Estar informados no es suficiente, pero resulta de capital importancia. Por eso libros como ‘Exit. Ideologías de la crisis’ (Enclave), del periodista alemán Tomasz Konicz resquebraja la dócil tranquilidad que nos inoculan los medios de comunicación canónicos.

‘Exit’ propone una lectura vehemente pero objetiva sobre los peligros de este tiempo. “le tocaron, como a todos los hombres, malos tiempos en los que vivir”, escribió Borges. Tal vez ninguna época fue la mejor de las posibles, pero desde luego la nuestra, ya tentado el XXI, se presenta como irrevocablemente fatal. No son ganas de ser agoreros, pero hay que estar preparados. El capitalismo, heridos por estas últimas crisis, prepara su venganza. El estancamiento permanente, lo denomina Konicz. Más gráfico, aún: el capitalismo como religión secularizada.


Se avecina un futuro en el que los vínculos se irán socavando hasta convertirse en un lujo al alcance de muy pocos. Un futuro en el que los videojuegos nos preparan para asumir que la vida humana apenas tiene valor (el precio lo perdió hace tanto que ni nos acordamos, si bien trata de mantener el paso en Occidente); un futuro en el que procurarán que seamos consumistas las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana (24/7, ¿recuerdan? Jonathan Crary); un futuro en el que “el capital se encuentra sencillamente despojado del componente trabajo”, con lo que ello conlleva, nos recuerda el alemán. La locura: “el trabajo asalariado constituye la sustancia del capital que, sin embargo, al mismo tiempo debe eliminar  el trabajo asalariado del proceso productivo mediante medidas de racionalización”. Contradicción en proceso, que llamaría Marx.

De nosotros, de cada uno de nosotros, depende salir de la “jaula mental” cuyos presos solo llegan a ver los fenómenos de superficie. Por eso, textos como este que edita Enclave son mapas para poder entender por qué se deja que se hundan los países en la periferia del sistema, por qué el endeudamiento es una estrategia suicida (y para la que no hay alternativa alguna), por qué los países emergentes, de los que se nos vende vendrá la esperanza del mañana, son importantes como proveedores de materias primas y mano de obra de bajo coste, pero irrelevantes como mercados.

¿Cuál será el protagonismo ruso, el chino? ¿De qué modo vamos a gestionar (verbo tan en boga, aunque vacío de significado concreto) el flujo de inmigrantes, el de refugiados. ¿Qué haremos con esta “humanidad superflua”, en palabras de Konicz? ¿Qué nos dirán y cómo los medios de comunicación? ¿De qué modo las nuevas tecnologías socavan esta civilización en derrumbe?

Estas cuestiones y algunas otras son las que aborda Konicz en su libro, un libro articulado de textos valientes, ecuánimes, estimulantes. Hace falta cabeza y corazón para lo que venga luego (si es que procede hablar todavía de un luego).



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