Victoria Camps, filósofa
La Ética no puede partir
nunca del relativismo
Dudar y aceptar la manifestación de fragilidad que
ello supone. Dudar incluso de aquello que se nos impone desde la contundencia
de las vísceras. Dudar sin miedo, a oscuras, para decidir, para ejercer la
libertad de la elección, aunque sea equivocada. Colocarse por sombrero un signo
de interrogación antes de nada, para que después de todo, todo haya sido
consciente. De todo esto nos habla Victoria Camps (Barcelona, 1941),
catedrática emérita de Filosofía Moral y Política de la Universidad de
Barcelona, en su último trabajo, ‘Elogio de la duda’ (Arpa editorial).
Leo en la portada “todo lo que es
podría ser de otra manera”, eso me lleva a pensar en el humor. ¿Duda y humor están
emparentados?
Creo que sí, están relacionados y, de hecho,
filósofos como Montaigne o Montesquieu los han relacionado; el tomar distancia
de lo que damos por supuesto, de lo que nos parece obvio es ejercer la ironía,
comparar lo que damos por bueno con otras coas que desconocíamos o rechazábamos
por principio y que resulta que tal vez son mejores que las nuestras. Ese
ejercicio de dudar es tomar distancia y, por tanto ironía, así llegamos al
humor. Es como cuando Montaigne se pregunta por los caníbales, ¿realmente
comerse a otras personas es tan malo? Y razona que, en Francia, hay usureros
que, en sentido metafórico, se comen a las viudas y las exprimen, otra una
forma canibalismo...