Julio Monteverde, poeta
Siempre he tenido la
impresión de que algunas piedras nos miran al pasar.
Estoy solo y no hay nadie en
el espejo, anunció Borges. Acaso porque el espejo despista, concentra la
atención en lo conocido, nos devuelve lo que la memoria recuerda desde la
niebla de su mirada. Pero el espejo es un tránsito al otro lado, al matiz, a lo
que subyace y no es aparente. El espejo nos habla de un otro no siempre
visible, pero que está. Basta atravesar ‘El pasillo de espejos’ (Ártese quien
pueda ediciones) convocado por Julio Monteverde para darse cuenta de ello.