El cuento se dirige a los
raros, los profundos, los sensibles…
Tras doce años de silencio
narrativo (en la esfera pública), este corrector del Boletín Oficial del
Gobierno Andaluz, de risa fácil, de conversación flexible y de contundencia
tierna, este maestro en el oficio del cuento (a través de espejos, de juegos
circulares, de teselas que el lector ha de ir encajando), regresa con un
espléndido libro de cuentos cuyo título es una acción de gracias al padre,
Cortázar, ‘La vuelta al día’ (Páginas de Espuma).
Doce
años después, nuevo libro. Este estar
peinando fue largo…
A lo mejor me he pasado y
alguno se ha quedado calvo de tanto peinarle… tantos años… entré en barrena,
por miedo, por responsabilidad excesiva… Tras la buena acogida de ‘Los últimos
percances’ y ‘Vivir del cuento’, cómo fue recibido por los lectores, por los amigos,
por la crítica, me llené de satisfacción pero también de responsabilidad y de
miedo, y pensé: ¿y ahora voy a salir con esto? He corregido hasta la extenuación,
e iba pasando el tiempo, pasando dos años, luego cuatro, después ocho… y cada
vez era peor… Diez años después, creí que sería imposible, estaba paralizado, y
eso que los textos los tenía incluso mucho antes de mis primeros libros, ahí
estaba yo peleándome con mis comas y mis adjetivos y mis cosas…